Como en el resto de ramas del expresionismo, en el cine se considera a la corriente que buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del realizador o autor, más que la representación de la realidad objetiva.
El cine expresionista trata de representar la experiencia emocional en su forma más completa, sin preocuparse de la realidad externa sino de su naturaleza interna y de las emociones que despierta en el espectador. Así, los temas se exageran y se distorsionan con el fin de intensificar la comunicación artística.
Se puede decir que el principio del cine expresionista es: Realizador, película y público, tres elementos que deben compartir y sentir la visión interior del primero.
Origen
El expresionismo al haber sido una corriente nacida en Alemania, sirvió para que sean realizadores alemanes los primeros en incursionar en el cine utilizando técnicas pictóricas, escenográficas y teatrales que tenían la carga significativa del expresionismo.
Primeras Películas y Realizadores
Se considera como padre del cine expresionista a la película El Gabinete del Dr. Caligari (1919), del alemán Robert Wiene. En esta película de perspectivas distorsionadas, rostros mascarados y anormalidad en la escenografía se utiliza un simbolismo en chimeneas oblicuas, reminiscencias cubistas, ventanas en forma de flecha, luces e interpretaciones para dar una óptica deformada de la realidad y con una función más psicológica que decorativa.
Junto al Dr. Caligari y a Robert Wiene se encontraban otros realizadores pioneros del cine expresionista alemán como Friedrich Murnau, el austriaco Fritz Lang y Paul Wegener.
Friedrich Murnau debutaba con Nosferatu (1922), una sombría adaptación de la novela Drácula (1897) de Bram Stoker. Posteriormente dirigirá El Último (1924), en la que explora el realismo social sin abandonar los recursos expresionistas.
El otro grande fue Fritz Lang, que después de varias películas se consagraría, aunque no en su tiempo, con Metropolis (1926), donde introduce el recurso expresionista en la arquitectura. Posteriormente, con la llegada del cine sonoro, dirigió M, el Vampiro de Düsseldorf (1931).
Otros
En la cinematografía moderna, sus representantes más significativos como Orson Welles y Andrzej Wajda incorporaron una estética mucho más madura y alejada del exceso de teatralismo.
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